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Destinos Truncados - Стругацкие Аркадий и Борис - Страница 30


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Tardo un rato, pero encontro su aula; encontro su puesto, junto a la ventana, aunque el pupitre era diferente, lo unico que seguia igual era el emblema de la Legion de la Libertad, tallado profundamente en el antepecho de la ventana, y recordo vivamente el embriagador entusiasmo de aquellos tiempos, los brazaletes blancos y rojos, las huchas de lata para el fondo de la Legion, las peleas con los rojos, feroces y sangrientas, y los retratos en todos los diarios, en todos los libros de texto, en todas las paredes, aquel rostro que entonces parecia importante, maravilloso, y que en este momento era marchito, brutal, parecido al hocico de un jabali, con su enorme boca babeante de grandes colmillos. Eran tan jovenes, tan grises, tan identicos... Y tontos, y uno no se alegra de reconocer esta tonteria, por saber que es ahora mas inteligente, solo siente una verguenza ardiente por lo que era entonces, un polluelo gris, diligente, que imaginaba ser brillante, insustituible y muy especial... Hubo otros penosos recuerdos infantiles, el agobiante miedo frente a la chica de la que tanto te habias jactado y ante la cual no podias retroceder; y al otro dia, la ira aplastante del padre, las orejas ardientes de verguenza. A todo eso se le daba el nombre de «epoca feliz»: un tiempo gris, salpicado de entusiasmo y concupiscencia...

«Mal andan las cosas —penso—. ?Y si de repente, dentro de quince anos, me doy cuenta de que ahora soy tan gris y carente de libertad como entonces, o peor todavia, me doy cuenta de que me considero adulto, conocedor de muchas cosas, con la suficiente experiencia para estar satisfecho conmigo mismo y para juzgar a los demas?»

Humildad, solo una humildad que llegue a la autonegacion... y solo la verdad, nunca mientas, al menos nunca te mientas a ti mismo, aunque eso es terrible, autonegarte cuando en torno a ti hay tantos idiotas, pervertidos, mentirosos rapaces, cuando hasta los mejores estan llenos de manchas, como si tuvieran lepra... ?Quieres volver a ser adolescente? No. ?Y quieres vivir otros quince anos? Si. Porque vivir es bueno. Hasta cuando te golpean. Lo unico que necesitas es la oportunidad de devolver el golpe... Basta, es suficiente. Detengamonos en el hecho de que la vida actual es una forma de existencia que permite devolver los golpes. Y ahora, vamos a ver como son...

En el salon habia una multitud de estudiantes y reinaba el escandalo acostumbrado, que ceso cuando Bol-Kunats llevo a Viktor al estrado y lo sento bajo el enorme retrato del Presidente (regalo del doctor R. Kvadriga) tras una mesa, cubierta con un mantel rojiblanco. Despues, Bol-Kunats avanzo hasta el borde del estrado.

—Hoy va a conversar con nosotros el famoso escritor Viktor Banev, nacido en nuestra ciudad —dijo, y se volvio hacia Viktor—: ?Que prefiere, senor Banev, que formulen las preguntas en voz alta o por escrito?

—Me da igual —respondio Viktor sin pensar—. Solo quiero que haya muchas preguntas.

—Entonces, le doy la palabra.

Bol-Kunats salto del estrado y se sento en primera fila. Viktor se rasco una ceja mientras recorria el salon con la vista. Habia unas cincuenta personas, chicas y chicos, con edades entre diez y catorce anos, que lo miraban con serena expectacion. Le paso por la mente la idea de que todos fueran ninos prodigio. En la segunda fila, a la derecha, vio a Irma y le dedico una sonrisa. Ella le respondio con otra.

—Yo estudie en este mismo gimnasio —comenzo Viktor—, y una vez, en este mismo estrado, tuve que hacer el papel de Ozrik. No me lo sabia y tuve que inventarlo sobre la marcha. Eso fue lo primero que invente en mi vida sin la amenaza de una mala calificacion. Dicen que en estos tiempos es mas dificil estudiar que en mi epoca. Dicen que vosotros estudiais asignaturas nuevas, y que lo que nosotros estudiabamos en tres anos, vosotros lo estudiais en uno. Pero, seguramente, vosotros no os dais cuenta de que ahora es mas dificil. Los cientificos suponen que el cerebro humano es capaz de asimilar muchos mas datos de lo que parece a primera vista, Unicamente hay que tener la capacidad de compactar esos datos...

«Aja —penso—, ahora les hablare de la hipnopedia.» Pero, en ese momento, Bol-Kunats le entrego una notita:

No es necesario hablar de los logros de la ciencia.

Converse con nosotros como con sus iguales.

Valeriance, 6° grado.

—Bien. Aqui, un tal Valeriance, de sexto grado, me propone que converse con vosotros como con mis iguales, y me sugiere que no hable de los logros de la ciencia... Debo decirte, Valeriance, que tenia la intencion de hablar ahora sobre los logros de la hipnopedia. Pero me olvidare gustoso de mis intenciones, aunque considero mi deber informarte del hecho de que la mayoria de los adultos que son mis iguales no tienen la menor idea sobre la hipnopedia. —Le resultaba incomodo hablar sentado, se levanto y comenzo a andar por el estrado—. Chicos, debo reconocer que no me gustan los encuentros con los lectores. Como regla, es totalmente imposible conocer de que tipo de lectores se trata, que quieren de ti y que es lo que verdaderamente les interesa. Por eso intento convertir cada aparicion mia en un encuentro de preguntas y respuestas. A veces resulta muy entretenido. Hagamoslo asi: comenzare a preguntar yo. Entonces... ?Todos habeis leido mis obras?

—Si —respondieron voces infantiles—. Las hemos leido... Todas...

—Magnifico —replico Viktor, confuso—. Me siento halagado, y tambien asombrado. Esta bien, seguimos... ?Deseais que os cuente la historia de como escribi alguna de mis novelas?

Se hizo un corto silencio, y a continuacion un chico flaco, con la cara llena de granos, se levanto en el centro del salon.

—No —dijo, y al momento se sento.

—Excelente. Eso es todavia mejor porque, a pesar de opiniones muy difundidas, no hay nada interesante en los asuntos relacionados con la escritura. Prosigamos... ?Desea el respetado publico conocer mis planes creativos?

—Vera, senor Banev —dijo cortesmente Bol-Kunats, que se habia puesto de pie—, los temas directamente relacionados con su tecnica de creacion seria mejor dejarlos para el final del encuentro, cuando quede claro el cuadro general.

Se sento. Viktor se metio las manos en los bolsillos y volvio a pasearse por el estrado. Aquello se ponia interesante; al menos era inusitado.

—?O sera que os interesan las anecdotas literarias? —dijo, insinuante—. Como anduve de caza con Hemingway. Como Ehrenburg me regalo un samovar ruso. O lo que me dijo Zurzmansor cuando nos tropezamos en un tranvia...

—?De veras se tropezo con Zurzmansor? —preguntaron desde el salon.

—No, estoy bromeando. Entonces, ?que, quereis anecdotas literarias?

—?Puedo preguntar algo? —dijo el chico con la cara llena de granos, incorporandose.

—Claro.

—?Como quisiera usted vernos en el futuro?

«Sin granos en la cara», fue lo primero que se le ocurrio a Viktor, pero espanto aquella idea, porque comprendio que aquello comenzaba a caldearse. La pregunta habia sido dura. «Quisiera que alguien me dijera como quiero verme en el presente», penso. Pero debia responder.

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