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Libro De Poemas - Lorca Federico Garcia - Страница 4


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del azul

BALADA TRISTE

(PEQUEÑO POEMA

Abril de 1918. (Granada.)

¡Mi corazón es una mariposa,

niños buenos del prado!.

que presa por la araña gris del tiempo

tiene el polen fatal del desengaño.

De niño yo canté como vosotros,

niños buenos del prado,

solté mi gavilán con las temible;

cuatro uñas de gato,

Pasé por el jardín de Cartagena

la verbena invocando

y perdí la sortija de mi dicha

al pasar el arroyo imaginario.

Fui también caballero

una tarde fresquita de mayo.

Ella era entonces para mí el enigma,

Estrella azul sobre mi pecho intacto.

Cabalgué lentamente hacia los cielos,

era un domingo de pipirigallo,

y vi que en vez de rosas y claveles

ellá tronchaba lirios con sus manos.

Yo siempre fui intranquilo,

niños buenos del prado,

el elladel romance me sumía

en ensoñares claros:

¿Quién será la que coge los claveles

y las rosas de mayo?

¿Y por qué la verán sólo los niños

a lomos de Pegaso?

¿Será esa misma la que en los rondones

con tristeza llamamos

estrella, suplicándole que salga

a danzar por el campo?...

En abril de mi infancia yo cantaba,

niños buenos del prado,

la ellaimpenetrable del romance

donde sale Pegaso.

Yo decía en las noches la tristeza

de mi amor ignorado,

y la luna lunera ¡qué sonrisa

ponía entre sus labios!

¿Quién será la que corta los claveles

y las rosas de mayo?

Y de aquella chiquita, tan bonita,

que su madre ha casado,

¿en qué oculto rincón de cementerio

dormirá su fracaso?

Yo solo con mi amor desconocido,

sin corazón, sin llantos,

hacia el techo imposible de los cielos

con un gran sol por báculo.

¡Qué tristeza tan seria me da sombra!

niños buenos del prado,

cómo recuerda dulce el corazón

los días ya lejanos...

¿Quién será la que corta los claveles

y las rosas de mayo?

MAÑANA

7 de agosto de 1918 . (Fuente Vaqueros, Granada.)

A Fernando Marchesi.

Y la canción del agua

es una cosa eterna.

Es la savia entrañable

que madura los campos.

Es sangre de poetas

que dejaron sus almas

perderse en los senderos

de la Naturaleza.

¡Qué armonías derrama

al brotar de la peña!

Se abandona a los hombre

con sus dulces cadencias,

La mañana está clara.

Los hogares humean,

y son los humos brazos

que levanta la niebla.

Escuchad los romances

del agua en las choperas.

¡Son pájaros sin alas

perdidos entre hierbas!

Los árboles que cantan

se tronchan y se secan.

Y se tornan llanuras

las montañas serenas.

Mas la canción del agua

es una cosa eterna.

Ella es luz hecha canto

de ilusiones románticas.

Ella es firme y suave

llena de cielo y mansa.

Ella es niebla y es rosa

de la eterna mañana.

Miel de luna que fluye

de estrellas enterradas.

¿Qué es el santo bautismo,

sino Dios hecho agua

que nos unge las frentes

con su sangre de gracia?

Por algo Jesucristo

en ella confirmóse,

por algo las estrellas

en sus ondas descansan.

Por algo madre Venus

en su seno engendróse,

que amor de amor tomamos

cuando bebemos agua.

Es el amor que corre

todo manso y divino,

es la vida del mundo,

la historia de su alma.

Ella lleva secretos

de las bocas humanas,

pues todos la besamos

y la sed nos apaga.

Es un arca de besos

de bocas ya cerradas,

es eterna cautiva,

del corazón hermana.

Cristo debió decirnos:

“Confesaos con el agua

de todos los dolores,

de todas las infamias.

¿A quién mejor, hermanos,

entregar nuestras ansias

que a ella que sube al cielo

en envolturas blancas?”

No hay estado perfecto

como al tomar el agua,

nos volvemos más niños

y más buenos: y pasan

nuestras penas vestidas

con rosadas guirnaldas.

Y los ojos se pierden

en regiones doradas.

¡Oh fortuna divina

por ninguno ignorada!

Agua dulce en que tantos

sus espíritus lavan,

no hay nada comparable

con tus orillas santas

si una tristeza honda

nos ha dado sus alas.

LA SOMBRA DE MI ALMA

Diciembre de 1919 . (Madrid.)

La sombra de mi alma

huye por un ocaso de alfabetos,

niebla de libros

y palabras.

¡La sombra de mi alma!

He llegado a la línea donde cesa

la nostalgia

y la gota de llanto se transforma

alabastro de espíritu.

(¡La sombra de mi alma!)

El copo del dolor

se acaba,

pero queda la razón y la sustancia

de mi viejo mediodía de labios,

de mi viejo mediodía

de miradas.

Un turbio laberinto

de estrellas ahumadas

enreda mi ilusión

casi marchita.

¡La sombra de mi alma!

Y una alucinación

Me ordeña las miradas.

Veo la palabra amor

desmoronada.

¡Ruiseñor mío!

¡Ruiseñor!

¿Aún cantas?

LLUVIA

Enero de 1919. ( Granada.)

La lluvia tiene un vago secreto de ternura,

algo de soñolencia resignada y amable.

Una música humilde se despierta con ella

que hace vibrar el alma dormida del paisaje.

Es un besar azul que recibe la Tierra,

el mito primitivo que vuelve a realizarse.

El contacto ya frío de cielo y tierra viejos

con una mansedumbre de atardecer constante.

Es la aurora del fruto. La que nos trae las flores

y nos unge de espíritu santo de los mares.

La que derrama vida sobre las sementeras

y en el alma tristeza de lo que no se sabe.

La nostalgia terrible de una vida perdida,

el fatal sentimiento de haber nacido tarde,

o la ilusión inquieta de un mañana imposible

con la inquietud cercana del dolor de la carne.

El amor se despierta en el gris de su ritmo,

nuestro cielo interior tiene un triunfo de sangre,

pero nuestro optimismo se convierte en tristeza,

al contemplar las gotas muertas en los cristales.

Y son las gotas ojos de infinito que miran

al infinito blanco que les sirvió de madre.

Cada gota de lluvia tiembla en el cristal turbio

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