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Pideme lo que quieras, ahora y siempre - Maxwell Megan - Страница 10


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—?Que has hecho que?

—Pequena...

Furiosa. Vuelvo a estar furiosa.

—Pero vamos a ver, ?quien eres tu para..., para? ?Te has vuelto loco?

—Carino. Los celos me matan y...

—Los celos no se, pero yo si que te voy a matar —insisto—. Acabas de jorobarme el unico trabajo que tenia. Pero ?quien te has creido que eres para hacer eso? ?Quien?

Espero que mis palabras lo enfaden, pero no.

—Se que mi accion te habra parecido desmedida, pero quiero y necesito estar contigo —se empecina mi Iceman. Voy a grunir cuando anade—: No puedo permitir que sigas regalando tus maravillosas sonrisas y tu tiempo a otro que no sea yo. Te quiero, pequena. Te quiero demasiado para olvidarte y hare todo lo que sea para que tu me vuelvas a querer y a necesitar tanto como yo a ti.

Los ojos se me llenan de lagrimas. Me estoy desinflando. ?La hemos liado! El hombre al que quiero esta ante mi diciendome las cosas mas maravillosas que he escuchado nunca. Pero me aferro a mi resolucion.

—Sueltame.

—Entonces, ?es cierto?, ?ya no me quieres? —pregunta con voz tensa y cargada de emocion.

Mi cabeza va a explotar.

—Yo no he dicho eso, pero tengo que hablar con David.

Sigue sin soltarme.

—?Por que?

Pese a estar aturdida, clavo una dura mirada en el.

—Porque esta esperandome, ha venido a buscarme y se merece una explicacion.

Eric asiente. Noto la incomodidad en su rostro, pero me suelta. Finalmente, salgo de la cocina precedida por Eric, y David al verme silba.

—Estas espectacular, Judith.

—Gracias —contesto, sin muchas ganas de sonreir.

Sin querer pensar en nada mas, agarro a David del brazo ante la cara de estupefaccion de mi padre y de mi hermana, y lo saco al jardin para hablar a solas con el. David asiente. Ha reconocido a Eric como el hombre del pub de la noche anterior. Entiende lo que le explico y, tras darme un beso en la mejilla, se va. Yo vuelvo a entrar en casa. Todos me miran. Mi padre sonrie, y Eric tiende su mano hacia mi para que se la coja.

—?Te vienes conmigo?

No respondo.

Solo lo miro, lo miro y lo miro.

—Tita, le tienes que perdonar —dice mi sobrina—. Eric es muy bueno. Mira, me ha traido una caja de bombones de Bob Esponja.

Entonces, veo que Eric le guina un ojo a mi sobrina.

?Esta sobornandola?

Ella sonrie y le dedica una complice y mellada sonrisa. ?Vaya dos!

Miro a mi padre y, emocionado, asiente. Miro a mi hermana y, con una de sus sonrisitas tontas, hace un gesto de aprobacion con la cabeza. Mi cunado me dedica un guino. Cierro los ojos y mi corazon accede. Es lo que deseo. Es lo que necesito.

—De momento, tu y yo vamos a hablar —manifiesto, mirando a Eric.

—Lo que tu quieras, carino.

Mi sobrina salta, encantada.

—Dame un segundo.

Entro en mi habitacion, y mi hermana viene detras. Me ve tan bloqueada que me abraza.

—Deja tu orgullo a un lado, cabezota, y disfruta del hombre que ha venido a buscarte. ?Que discutis? Claro, carino. Yo discuto con Jesus dia si, dia tambien; pero lo mejor son las reconciliaciones. No niegues tus sentimientos y dejate querer.

Molesta conmigo misma por parecer una veleta, me siento en la cama.

—Es que me saca de mis casillas, Raquel.

—?Toma, y a mi Jesus!, pero nos queremos y es lo que cuenta, cuchufleta.

Finalmente, sonrio y, con su ayuda, comienzo a meter en mi mochila parte de mis cosas.

Lo que siento por Eric definitivamente es tan fuerte que puede conmigo. Lo quiero, lo necesito y lo adoro. Al regresar al salon con mi equipaje, Eric sonrie, me abraza y consigue ponerme la carne de gallina cuando proclama ante mi padre y toda mi familia:

—Te voy a conquistar todos los dias.

6

Tras despedirme de mi familia me monto en el coche de Eric.

He claudicado.

He claudicado y de nuevo estoy junto a el.

Mi cabeza da vueltas y vueltas mientras intento entender que estoy haciendo. De pronto, me fijo en la carretera. Creia que iriamos hacia Zahara, a la casa de Frida y Andres, y me sorprendo al ver que nos dirigimos hacia la preciosa villa que Eric alquilo en verano.

Una vez que la valla metalica se cierra tras nosotros, observo la preciosa casa al fondo y murmuro:

—?Que hacemos aqui?

Eric me mira.

—Necesitamos estar solos.

Asiento.

Nada me apetece mas que eso.

Cuando para el coche y nos bajamos, Eric coge mi equipaje con una mano y me da la otra. Me agarra con fuerza, con posesion, y entramos en el interior de la casa. Mi sorpresa es mayuscula al ver como ha cambiado el entorno. Muebles modernos. Paredes lisas y de colores. Un pantalla de plasma enorme. Una chimenea por estrenar. Todo, absolutamente todo, es nuevo.

Lo miro sorprendida. Veo que pone musica y, antes de que yo diga nada, el aclara:

—He comprado la casa.

Increible. Pero ?como es posible que no me haya enterado de que la ha comprado?

—?Has comprado esta casa?

—Si. Para ti.

—?Para mi?

—Si, carino. Era mi sorpresa de Reyes Magos.

Asombrada, miro a mi alrededor.

—Ven —dice Eric tras soltar mi equipaje—. Tenemos que hablar.

La musica envuelve la estancia, y sin que pueda dejar de mirar y admirar lo bonita y elegante que esta, me siento en el confortable sillon ante la crepitante chimenea.

—Estas preciosa con ese vestido —asegura, sentandose a mi lado.

—Gracias. Lo creas o no, lo compre para ti.

Despues de un gesto de asentimiento, pasea su mirada por mi cuerpo, y mi Iceman no puede evitar decir:

—Pero era a otros a quienes les pensabas regalar las vistas que el vestido da.

Ya estamos.

Ya comenzamos.

?Ya me esta picando!

Cuento hasta cuarenta y cinco; no, hasta cuarenta y seis. Resoplo y finalmente contesto:

—Como te dije una vez, no soy una santa. Y cuando no tengo pareja, regalo y doy de mi lo que yo quiero, a quien yo quiero y cuando yo quiero. —Eric arquea una ceja, y yo prosigo—: Soy mi unica duena, y eso te tiene que quedar clarito de una vez por todas.

—Exacto: cuando no tienes pareja, que no es el caso —insiste sin apartar sus ojos de mi.

De repente, soy consciente de que suena una cancion que me gusta mucho. ?Dios, lo que me he acordado de Eric estos dias mientras la escuchaba! Volvemos a mirarnos como rivales en tanto la voz de Ricardo Montaner canta:

Convenceme de ser feliz, convenceme.

Convenceme de no morir, convenceme.

Que no es igual felicidad y plenitud

Que un rato entre los dos, que una vida sin tu amor.

Estas frases dicen tanto de mi relacion con Eric que me nublan momentaneamente la mente. Pero al final Eric da su brazo a torcer y cambia de tema.

—Mi madre y mi hermana te mandan recuerdos. Esperan verte en la fiesta que organizan en Alemania el dia 5, ?lo recuerdas?

—Si, pero no cuentes conmigo. No voy a ir.

Mi entrecejo sigue fruncido y mi chuleria en to lo alto. A pesar de la felicidad que me embarga por estar junto al hombre que adoro, el orgullo y la furia siguen instalados en mi. Eric lo sabe.

—Jud..., siento todo lo que ha ocurrido. Tenias razon. Debia haber creido lo que decias sin haber cuestionado nada mas. Pero a veces soy un cabezon cuadriculado y...

—?Que te ha hecho cambiar de idea?

—El fervor con que defendiste tu verdad fue lo que me hizo comprender lo equivocado que estaba contigo. Antes de que te marcharas ya me habia dado cuenta de mi gran error, carino.

Si es que los tios son para darles un ladrillazo.

—Convenceme...

Nada mas decirlo, Eric me mira, y yo me regano a mi misma. «?Convenceme?» Pero ?que estoy diciendo? ?Dios!, la cancion me nubla la razon. Que acabe ya. Y sin dejarle contestar, gruno:

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