Ruslán y Liudmila - Pushkin Alejandro Sergeevich - Страница 1
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Annotation
Poema de Aleksandr Pushkin publicado en 1820. Está escrito como un cuento de hadas épico, compuesto por una dedicatoria, seis cantos y un epílogo. Narra la historia del rapto de la hija del príncipe Vladímir de Kiev, Ludmila, por un malvado mago, y los esfuerzos por rescatarla del valiente caballero Ruslán.
RUSLAN Y LIUDMILA
Poema de Aleksandr Pushkin publicado en 1820. Está escrito como un cuento de hadas épico, compuesto por una dedicatoria, seis cantos y un epílogo. Narra la historia del rapto de la hija del príncipe Vladímir de Kiev, Ludmila, por un malvado mago, y los esfuerzos por rescatarla del valiente caballero Ruslán.
©1820, Pushkin, Aleksandr Sergueevich
ISBN: 9788467485264
Generado con: QualityEbook v0.35
ALEXANDER PUSHKIN
Ruslán y Liudmila
PROLOGO
En una playa próxima a cierto golfo crece un robusto y verde roble. Un gato sabio, sujeto al tronco por una cadena de oro, da vueltas sin cesar en torno a él.
Cuando corre a la derecha, entona una canción, y cuando corre a la izquierda se pone a contar un cuento.
Por todas partes se producen allí milagros; anda vagando el demonio, una ondina se balancea en las ramas... Y en los senderos ocultos se ven huellas de animales nunca vistos...
También hay una casita con patas de gallina, y que no tiene puertas ni ventanas. Allí cada bosque y cada valle albergan innúmeros fantasmas...
Allí, al rayar el alba, cuando las olas empiezan a rodar por las riberas arenosas, surgen de las límpidas aguas treinta y tres hermosos héroes, capitaneados por el viejo Tío del Mar...
Allí un joven príncipe vence y hace prisionero a un zar temible...
Allí, a la vista de todos, rapta un brujo a un héroe esforzado y, subiendo con él a las nubes, vuela sobre bosques y mares...
Allí, encerrada en una celda, llora una zarina, a la que sirve con fidelidad un oso pardo...
Allí camina por sí solo un mortero junto a la bruja Yaga.
Allí el zar de los brujos, el Brujo-Inmortal, tiembla por su oro...
Allí reina el espíritu ruso... Todo sabe a Rusia allí.
Y allí estuve yo... Bebí dulcísimo hidromiel, vi aquel roble verde, y también, a su sombra, al gato sabio, que me contó buenos cuentos de los suyos. Y uno de ellos lo recuerdo, y voy a contarlo ahora al mundo entero...
CANTO PRIMERO
Es ésta una historia de tiempos lejanos, una leyenda de la antigüedad más remota.
Rodeado de sus hijos poderosos y de sus amigos, el príncipe Vladimir el Sol daba un festín en la sala más espaciosa de su palacio; celebraba los esponsales de su hija menor con el valiente Ruslán, y levantaba a su salud una pesada copa de hidromiel.
Nuestros antepasados comían siempre con gran calma, y las jarras y los vasos de plata, llenos de vinos espumosos y cerveza, que infunden alegría en los corazones, se movían ante ellos con gran lentitud. Vasos y copas, rebosantes de espuma, eran servidos por coperos que, al ofrecerlos, se inclinaban con respeto ante los convidados.
Las voces se mezclan en un rumor confuso, en un zumbido interminable. Pero de pronto resuenan las notas sonoras y fugaces del salterio y la voz melodiosa del trovador. Todos callan y escuchan. El cantor elogia la belleza de Liudmila, la valentía de Ruslán y la corona que les ha preparado el amor.
Fatigado, sin embargo, por su emoción amorosa, Ruslán ni come ni bebe; está inmóvil, sin apartar los ojos de su amada, suspira e impaciente se retuerce los bigotes.
A la misma mesa están sentados tres mancebos, los tres guerreros flamantes, que contemplan tristemente sus copas vacías olvidándose de llenarlas, no prueban plato alguno y parecen no oír la canción del trovador; son los tres rivales del prometido. Los desdichados sienten en sus almas el veneno del odio y la amargura de un amor desgraciado.
Uno de ellos es Rogday, intrépido guerrero que supo ensanchar con su espada las fértiles tierras de Kiev.
El otro es Farlaf, un charlatán altanero a quien nadie vence en los festines, pero guerrero mediocre en el fragor de las batallas.
Y el tercero es Ratmir, el joven khan de los kazares.
Los tres tienen pálido y sombrío el semblante y a ninguno de los tres le divierte el festín.
Finalmente, concluye. Todos se levantan de la mesa y contemplan a los jóvenes prometidos. La novia mira confusa al suelo y parece un poco triste. En cambio Ruslán se muestra ahora alegre y animado en extremo.
Se acerca la medianoche y las negras sombras envuelven la naturaleza toda. Los boyardos, adormecidos por efecto del hidromiel, se despiden con profundos saludos y se retiran a sus casas.
El novio está en las nubes y lleno de ventura.
El príncipe Vladimir, emocionado y algo triste, da su bendición a los jóvenes. Seguidamente acompañan todos a la muchacha a sus aposentos.
De súbito, retumba un espantoso trueno, brilla un relámpago en la oscuridad y la lámpara se apaga.
Quedó todo envuelto en una nube de humo. Parece como si todas las cosas empezaran a temblar en las tinieblas... y se hace un profundo silencio.
Una voz extraña resuena dos veces en el silencio terrible; una sombra negra desciende y desaparece después en una nube de humo.
Y vuelve a reinar el silencio, como si todo el palacio quedara abandonado.
Ruslán está pálido y bañado en un frío sudor.
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